LA GACETA
17 julio 2011
Los bancos cierran el
grifo a las operaciones de cirugía estética
C. Herrera
Han dejado de dar créditos para financiar las intervenciones
de cirugía estética por la crisis. En verano, las visitas al quirófano aumentan
un 30%.
Cecilia
acaba de salir del quirófano hace apenas una semana. Su cuerpo sigue dolorido y
en su pecho aún continúan los puntos que trazan el camino que siguió el bisturí
para elevar sus senos. “Hacía años que no me quitaba el sujetador delante de mi
marido”, recuerda. Cecilia decidió meterse en un quirófano para realizarse una mastopexia (remodelación del pecho caído) por “complejo”. A
los 41 años y con cuatro hijos a sus espaldas, se había propuesto estas
vacaciones, al fin, rescatar de su cajón el bikini.
En
verano, las salas de espera de los cirujanos plásticos se llenan. De hecho, las
operaciones estéticas sufren un incremento durante estos meses de hasta un 30%.
“Los niños ahora no tienen colegio y tenía más tiempo libre para poder
hacerlo”, cuenta Cecilia. Precisamente es éste el principal motivo por el que
los quirófanos están repletos durante estas fechas. Y es que cada vez son más
las personas que comienzan la operación Bikini tirando de bisturí.
“Lo
ideal es operarse en primavera con el fin de evitar el calor. Sin embargo, en
los últimos años estamos observando un aumento de las intervenciones que
hacemos durante el verano para aprovechar las vacaciones”, afirma el doctor
Agustín Ramos, director médico de la Clínica Londres.
Años de ‘sequía’
Las
clínicas intentan con todos sus medios hacer su agosto durante estos meses, con
todo tipo de promociones y ofertas. Atraer a clientes es más que necesario en
un año de sequía en el quirófano. La crisis ha provocado un desplome de las
operaciones de cirugía estética, que en los dos últimos años se han reducido en
torno a un 30%. Según los últimos datos de la Sociedad Española de Cirugía
Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), los españoles se sometieron a 105.000
operaciones de este tipo en 2009 –un 26% menos que el año anterior –, cifra que
sitúa a España en el puesto número 12 de la lista de países donde más se
practican este tipo de intervenciones a nivel mundial.
“Cada
vez hay más gente que se quiere operar, pero se frenan porque no hay dinero”,
destaca el director médico de la Clínica Menorca,
Ángel Martín. Y es que hace años que las operaciones estéticas dejaron de ser
un signo distintivo de las estrellas de Hollywood
para convertirse prácticamente en un bien de consumo habitual. “La cirugía se
ha socializado. Ya no entiende de clases ni de niveles sociales”, sostiene
Martín.
Pero
los precios, de momento, aún no han bajado a la tierra. La queiloplastia
(silicona en los labios), uno de los retoques más económicos, roza los 500
euros; pero hay operaciones como la liposucción de abdomen o el lifting facial que pueden superar los 6.000 euros.
Los
expertos comparan ahora la evolución del mundo de la cirugía estética con el
apogeo inmobiliario de la pasada década. “En 2006 y 2007 hubo un gran boom de estas intervenciones porque personas de nivel
socioeconómico bajo accedieron a éstas mediante préstamos bancarios”, señala el
nuevo presidente de la SECPRE, Jaume Masià.
Sin
embargo, a día de hoy los bancos han cerrado completamente el grifo a las
operaciones de cirugía estética. “No están dando créditos a nadie. Igual que
pasa con los pisos, ocurre por ejemplo con los aumentos de pecho. No sueltan
dinero”, destaca el doctor Martín.
Adictos al bisturí
La
falta de financiación está jugando una mala pasada sobre todo a los llamados
“adictos de la cirugía”. “Que los hay, y muchos”, destaca Ezequiel Rodríguez,
ex presidente de la Secpre. Este experto informa de
que hay clientes “que se hacen casi de la familia”. “Pueden llegar a gastarse
millonadas y, sin embargo, no llegar a verse nunca bien”, destaca.
No
es el caso de Raquel. Ella también asegura haberse sometido, de cara al verano,
a una liposucción de abdomen por un complejo que arrastraba desde hace años. En
su vida había puesto un pie en un quirófano, “ni siquiera para quitarme las
anginas”, afirma. Pero un antiestético cúmulo de grasa en el abdomen, del que
no conseguía separarse ni con dietas ni con deporte, y un dinero ahorrado tras
años (5.000 euros) la empujaron a dar el paso definitivo. Hace un mes salió del
quirófano y asegura haberse quitado por fin “el complejo del michelín”.